Te cuento un secreto: en casa, esta receta de masa de pan casero nunca falla. De verdad, cada vez que la hago, el olor que sale del horno hace que todos se asomen a la cocina como si fuera magia. Y lo mejor es que no necesitas ingredientes raros ni técnicas imposibles.
Ingredientes que seguro tienes en la despensa:
- 500 g de harina de trigo (la de toda la vida)
- 300 ml de agua tibia (ojo, no caliente)
- 10 g de sal
- 10 g de azúcar
- 25 g de levadura fresca
- 30 ml de aceite de oliva virgen extra (porque en España, esto no puede faltar)
Paso a paso, sin misterios:
- Activamos la levadura. En un bol pequeño, mezcla el agua tibia con la levadura y el azúcar. Déjalo unos 10 minutos hasta que empiece a hacer burbujitas. Si no lo hace... mal asunto, mejor prueba con otra levadura.
- Hora de la harina. En un bol grande, tamiza la harina (si no tienes tamiz, no pasa nada, dale con un colador) y añade la sal. Mezcla un poco con la mano.
- La unión hace la masa. Haz un huequito en el centro y vierte la mezcla de levadura y el aceite. Remueve con una cuchara hasta que ya no puedas más, y luego con las manos.
- Amasar sin miedo. Pasa la masa a la encimera enharinada y dale caña durante unos 10 minutillos. Si se te pega mucho, echa un poquito más de harina, pero sin pasarte.
- Reposo sagrado. Pon la masa en un bol limpio, tápala con un paño húmedo o papel film y déjala en un sitio calentito. En una hora (o dos, si hace frío) debería haber duplicado su tamaño.
- Desgasificar. Aplasta la masa suavemente para sacarle el aire. Dale forma a tu pan: bola, barra, trenza... lo que te apetezca.
- Segundo levado. Colócalo en la bandeja del horno y deja que repose 20 minutos más. Mientras tanto, precalienta el horno a 180°C.
- Al horno. Hornea durante 25-30 minutos. Sabrás que está listo si al golpearlo por abajo suena hueco (como una sandía madura, más o menos).
- La parte más difícil: esperar. Deja que se enfríe un poco antes de cortarlo. Ya sé, da ansia, pero merece la pena.
Consejillo final:
Si quieres que la corteza quede crujiente de verdad, mete un recipiente con agua dentro del horno para que genere vapor. Y si te sobra pan (raro, pero puede pasar), congélalo en rebanadas y tástalo cuando quieras.
Este pan es perfecto para un bocata de jamón, para mojar en aceite o para esas cenas con sopa. Ya tú verás, una vez que lo hagas, no querrás volver al pan de bolsa. Y si lo pruebas... cuéntame, ¿qué forma le diste? 🙂